Se puede definir medio ambiente como el entorno natural en el que la empresa opera para realizar su actividad y donde se encuentran sus instalaciones. Dentro de este entorno se incluyen los recursos naturales, flora, fauna y seres humanos con los interactúa, pero también aspectos como el aire, el agua o el suelo que, aunque de gran relevancia, suelen verse como aspectos más globales e intangibles.
La norma ISO 14001:2015 establece los requisitos para un sistema de gestión ambiental (SGA), el cual es una herramienta efectiva para que las empresas puedan identificar, evaluar y controlar sus aspectos ambientales y su impacto en el medio ambiente.
La gestión ambiental eficiente implica que la empresa tenga un conocimiento profundo de sus aspectos ambientales, es decir, de aquellos elementos que pueden interactuar con el medio ambiente. Para identificar los aspectos ambientales, se pueden realizar diferentes metodologías y técnicas, como la realización de matrices de aspectos e impactos ambientales, y la evaluación de riesgos ambientales.
¿Cómo se clasifican?
Una vez identificados los aspectos ambientales, es necesario clasificarlos en función de su relevancia ambiental, es decir, en función de su capacidad de influencia en el medio ambiente. En este sentido, se pueden clasificar los aspectos ambientales en significativos, moderados y no significativos, según su impacto ambiental. A continuación te explicaremos cada uno:
Los aspectos ambientales significativos son aquellos que pueden tener un impacto importante en el medio ambiente y en la actividad de la empresa. Estos aspectos deben ser evaluados con detalle y se deben establecer controles adecuados para minimizar su impacto ambiental.
Los aspectos ambientales moderados son aquellos que pueden tener un impacto menor en el medio ambiente y en la actividad de la empresa. Estos aspectos también deben ser evaluados y controlados, pero con menor intensidad que los significativos.
Los aspectos ambientales no significativos son aquellos que no tienen un impacto importante en el medio ambiente y en la actividad de la empresa. Estos aspectos no necesitan ser evaluados con detalle, pero sí deben ser identificados y controlados.
Algunos ejemplos de aspectos ambientales y sus impactos relacionados:
Residuos peligrosos como baterías y pilas pueden impactar de la siguiente forma:
Contaminación del suelo y aguas subterráneas.
Daños en el entorno natural como en flora y fauna de la zona.
Daños en la salud humana.
Pérdida de valor económico del suelo o terreno.
Daños relacionados con productos, equipamientos y servicios relacionados con el suelo.
Residuos no peligrosos como palés de madera:
Incendios locales o forestales con su consecuente daño en el hábitat natural.
Daños paisajísticos.
Malos olores.
Daños a la salud humana.
Ruido diurno y nocturno:
Daños a la salud humana como alteraciones de carácter, irritabilidad o agresividad, entre otros.
Cambios en la fauna y su comportamiento.
Daño en el hábitat natural colindante de la empresa.
Consumo de electricidad y/o gasóleo:
Agotamiento gradual de recursos.
Daño en el entorno natural.
Clasificación de los aspectos ambientales.
Para identificar y clasificar los aspectos ambientales de la empresa y su actividad se debe tener en cuenta una serie de conceptos o posibilidades, como su materialización, dimensión temporal o manifestación física.
Por otra parte, en las situaciones potenciales se diferencian los incidentes y los accidentes. Incidente son todas aquellas situaciones no previstas que provocan un daño en el entorno natural con consecuencias de carácter menor como pequeñas fugas o derrames. Los accidentes son iguales que los anteriores pero con un carácter mayor.
Considerando la dimensión temporal en la que se ha producido un efecto que deriva en aspectos ambientales se tiene que considerar las actividades pasadas, presentes y futuras.
Además, es importante considerar la manifestación física de los aspectos ambientales, es decir, su forma de expresión en el medio ambiente. En este sentido, se pueden clasificar los aspectos ambientales en emisiones, vertidos, residuos, ruido, consumo de residuos auxiliares y afección en suelos.
Es decir que la gestión ambiental es un elemento fundamental para la sostenibilidad y responsabilidad de una empresa. La identificación y evaluación de los aspectos ambientales son elementos clave en la gestión ambiental, y permiten a la empresa conocer y controlar su impacto ambiental en el entorno en el que opera. La norma ISO 14001:2015 establece los requisitos para un sistema de gestión ambiental, que puede ser una herramienta efectiva para que las empresas puedan identificar, evaluar y controlar sus aspectos ambientales y su impacto en el medio ambiente. En definitiva, la gestión ambiental eficiente contribuye a la sostenibilidad y responsabilidad empresarial, así como al cuidado y protección del medio ambiente al tiempo que, en tiempos en los que los consumidores son más críticos y conscientes respecto a este tema, inscribirse en prácticas sostenibles mejorará la reputación de la marca, logrando así beneficios financieros al tiempo que se contribuye a un ambiente sano para todos.
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